Como un virus invisible, el mercado negro de armas en Colombia se agiganta sin apenas pasar por el radar del Ministerio de Defensa. Pocos delitos han sido tan efectivos a la hora de eludir el debate en el país. El reclamo de estudiosos y sectores académicos para mejorar la situación se ha quedado corto ante la potencia de una economía sórdida. Allí se mezclan la desatención política, el oscurantismo en sectores de las fuerzas militares y de policía y la falta de información. ¿Cómo terminó un arma austriaca Glock, comprada en Arizona, con munición israelí modificada, en manos del joven sicario que atentó contra el senador Miguel Uribe Turbay en Bogotá?