A las cinco de la mañana del martes 12 de agosto, decenas de autobuses comenzaron a rodar por las avenidas aún dormidas de Quito. Venían desde distintas provincias, con miles de personas vestidas de amarillo, convocadas por el presidente Daniel Noboa para una demostración de fuerza inédita: una marcha contra la Corte Constitucional, el órgano que vela por el cumplimiento de la Carta Magna en Ecuador. El Gobierno de Noboa ha etiquetado a la Corte como “enemiga del pueblo” y la acusa de frenar su agenda de reformas.