El Cipriani de Venecia, el hotel gatopardista: cambiar todo para que nada cambie

hace 1 mes 21

Canta la cigarra y llueve en Venecia. El diluvio obra maravillas en el clima tropical de la laguna, pero, en una ciudad flotante sin apenas espacios verdes, para oír el milagroso chicharreo que lo invoca (cuentan que el chirriar de los insectos es una plegaria al cielo para que mande agua cuando el calor ya no se puede aguantar) hay que cruzar de canal hacia la Giudecca. Insospechadamente a salvo aún de la marabunta turística, la isla de pescadores que mira a San Marcos desde su orilla septentrional abunda en árboles, huertas y jardines frondosos. En los del hotel Cipriani, bautizados Casanova en honor del gran libertino italiano, la coral cicádida entona su propia canción anunciando la temporada alta del dolce far niente.

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