El Che, Fidel y Cristóbal Colón

hace 2 semanas 9

Las intervenciones en el espacio público no son cualquier cosa, como tampoco lo son los nombres que se le asignan al callejero de pueblos y ciudades. En la capital de México, sin embargo, la laxitud se hace evidente con solo dar un paseo: lo mismo para los puestos comerciales sembrados por cualquier rincón que para los negocios hosteleros que invaden las banquetas sin despeinarse. También las estatuas siguen esa anarquía. Los antimonumentos son comunes en el paseo de la Reforma, una de las grandes arterias de la ciudad. Se trata de símbolos que la gente coloca de un día para otro en memoria o reivindicación de causas dolorosas, como los asesinatos machistas, la muerte de niños por una escuela incendiada o los mineros que un día quedaron sepultados bajo tierra. Nadie osa quitarlos porque nadie les hizo justicia antes. Se comprende.

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