En los últimos días he tenido conversaciones sobre el atentado a Miguel Uribe Turbay con muchos colombianos consternados por el ataque al joven senador. En la desazón del momento, escuché a varias personas decir que Colombia es un “país de mierda”, o que “es inviable”. Comprensible por la angustia. Las nuevas generaciones descubrieron la zozobra, el nudo permanente en el estómago que vivimos en la segunda parte de los años ochenta y noventa en medio de los asesinatos, atentados, bombas y secuestros de las guerrillas y los narcotraficantes. Las generaciones anteriores, que pasaron por ese momento, ven con horror el regreso de esas épocas violentas.