Cuando decimos adiós
Resumen: Reflexiones sobre el desapego y la libertad: decir adiós a personas, cosas y lugares para encontrar la vida que soñamos. Una mirada a la valentía de soltar.
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Cuando decimos adiós a lo que nos ancla, somos libres de vivir la vida que siempre soñamos.
Mucho se dice del desapego. *No te apegues a las cosas materiales*. *No te enamores que te van a hacer sufrir*. Es lo que muchas veces vamos escuchando mientras vamos por la vida en búsqueda de la felicidad. Del amor. Esas frases en ocasiones nos frenan a sentir, a disfrutar lo que tenemos en el momento, por pensar en el futuro que no sabemos si llegará. Mi madre siempre me decía: *Vive aventuras. No seas tan radical. Universaliza tus ideas. Toma decisiones, aunque sean erradas, No seas sello de goma de nadie. Ten tu propio criterio. No vivas pensando que hubiese sido si…*
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En algunos momentos de la vida abrazamos esas ideas de libertad. En otros nos reprimimos. Cuando decimos adiós a cosas materiales, personas, países, quedan marcas en el corazón. Muchas veces con lo cotidiano del diario vivir las olvidamos. Sin embargo, en otras ocasiones, hay algo que nos recuerda eso que dejamos atrás, que soltamos, para seguir adelante. De repente, lo podemos ver como un acto de valentía, de liberación. En otras, como un desatino. Nos preguntamos si fue una buena decisión. Si debimos estar precisamente en donde nos fuimos. O si, por el contrario, pensando de forma espiritual, todo pasa por un motivo.
Son muchas las preguntas que nos podemos hacer. Mucho lo que nos puede complicar la vida cuando cuestionamos las razones por las cuales decimos adiós.
Recientemente cumplí años. Un buen amigo y colega me deseó tres cosas. Las dijo en voz alta en el restaurante, compartiéndolo frente a la mesera. Me dijo: *Te deseo salud, amor y paz*. Explicó de forma muy sabia cada uno de esos deseos. Con esas tres cosas en nuestras vidas tenemos tanto. Pero nos enfocamos en lo que ya tuvimos, en lo que perdimos, en lo que dejamos, o en lo que todavía no tenemos. Es entonces cuando nos olvidamos de lo que tenemos, en lo que somos luego de esas despedidas en nuestras vidas.
*Eres una mujer con un espíritu libre*, me dice mi hermano Tito. Mi cuñada Brenda el otro día me dijo que mi hermano pensaba que yo era tan libre que no pertenecía a ningún lugar.
Me miro al espejo y me digo a mi misma lo poderoso de atreverse a decir adiós. Adiós a personas que nos hieren, a relaciones tóxicas, al estancamiento en búsqueda de nuevas oportunidades. Adiós a cosas materiales que nos costaron mucho sacrificio, pero que tenían término de caducidad en nuestras vidas. Porque lo que viene va a ser mejor.
En ocasiones es muy difícil decir adiós, soltar, dejar ir. Lo he hecho, por mi trabajo a nivel internacional, Un día estoy en Punta Cana en República Dominicana, otro día estoy en México. Una temporada en Florida y otra en Puerto Rico. Soñando con ir en los próximos meses a Medellín, Colombia, donde siempre comienzo o concluyo procesos importantes en mi vida. Es definitivo, que cuando decimos adiós a lo que nos ancla somos libres de vivir la vida que siempre soñamos.
La autora es abogada, agente de bienes raíces internacional, conferencista y empresaria. Entra a este enlace para conocerla: https://linko.page/vionettepietriiAquí más Columnas de Opinión
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