Colonización criminal del Valle de Aburrá llegó a 29 municipios

hace 3 semanas 11

Como si se tratara de los antiguos colonos que se tomaron el Oriente, el Occidente y el Urabá antioqueño hace más de dos siglos, el crimen organizado ha emprendido una cruzada desde el Valle del Aburrá para dominar el resto del departamento. En la actualidad, cinco estructuras criminales han tomado posesión de las rentas ilegales en 29 municipios de cinco subregiones, siendo el Oriente y el Norte las de mayor presencia de estos grupos.

Las bandas La Terraza y Los Triana, de Medellín, y las bellanitas El Mesa, Pachelly y Los Chatas, llevan décadas avanzando en el departamento, algunas veces mediante alianzas y en otras con sanguinarias confrontaciones en las que en algunas ocasiones han salido vencedores y en otras debieron abandonar los territorios que pretendían colonizar.

De acuerdo con el informe de Antioquia Cómo Vamos, con base en la información del Centro de Analítica de Seguridad, Convivencia y Derechos Humanos de Antioquia, actualmente estas organizaciones hacen presencia en tres municipios del Suroeste, 14 del Oriente, nueve del Norte, dos del Nordeste y uno del Magdalena Medio, llegando para controlar, de manera individual o compartida, las rentas criminales del microtráfico, las extorsiones, los laboratorios de droga y hasta la explotación del oro y la madera.

El Grupo Delincuencial Organizado (GDO) que más territorios ha invadido es El Mesa, que actualmente se encuentra en 13 municipios, llegando a algunos de ellos mediante confrontaciones armadas violentas, las cuales llevaron a que, por ejemplo, aumentaran los asesinatos en el Oriente antioqueño en los últimos años, pasando de una tasa de 18 casos por cada 100.000 habitanes entre 2018 y 2019, a 27,7 para 2023.

La organización comandada por alias El Montañero, quien tiene tres identidades, como Luis Rodrigo Rodríguez Rodríguez, Juan Camilo Hernández Berrío y Gustavo Adolfo Pérez Peña, actualmente hace presencia en Guarne, Marinilla, Argelia de María, El Carmen de Viboral, La Ceja, La Unión, Nariño, Rionegro y Sonsón, en el Oriente; y San Andrés de Cuerquia, Yarumal, Briceño e Ituango, en el Norte.

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La Terraza, cuyo cabecilla es Mauricio Zapata Orozco, alias Chicho, ya cuenta con presencia en siete municipios, siendo además la única que ha logrado consolidar su presencia en el Suroeste antioqueño en Andes, Betania y Jardín. También se encuentra en San Vicente Ferrer, San Rafael, El Peñol, Guarne y Marinilla, en el Oriente antioqueño.

Juan Carlos Mesa Vallejo, alias Tom, sería el abanderado de la colonización de Los Chatas, que con sus hombres ya marca su presencia criminal en siete municipios por fuera del área metropolitana: El Peñol, El Santuario y Guatapé en el Oriente; Gómez Plata en el Norte; Santo Domingo y Cisneros en el Nordeste, y Puerto Berrío en el Magdalena Medio.

Los intereses de Elkin Darío Triana Bustos terminaron por controlar a El Santuario en el Oriente; San Andrés de Cuerquia, Yarumal, Toledo, Donmatías, Santa Rosa de Osos y Entrerríos, en el Norte; y Santo Domingo en el Nordeste.El último gran colonizador criminal antioqueño sería Albert Antonio Henao Acevedo, máximo cabecilla de Pachelly, cuya organización ya está en Donmatías, Santa Rosa de Osos y Entrerríos en el Norte; y Santo Domingo, en el Nordeste.

El avance de esta colonización criminal en Antioquia viene desde finales de los 90, mediante estructuras paramilitares que tuvieron presencia en el Valle de Aburrá y que de a poco se fueron tomando los territorios de distintas modalidades.

Luis Fernando Suárez, exgobernador encargado de Antioquia, indicó que “con el fin de consolidar su presencia en los territorios, han migrado hacia diferentes lugares para tener el control de la renta del tráfico de estupefacientes en muchos municipios de Antioquia, lo que sin duda se constituye en una renta que genera enormes beneficios económicos”.

Conocedores del conflicto indicaron que la primera expansión territorial se dio por orden de Diego Fernando Murillo Bejarano, alias Don Berna, cuando mediante la reorganización de las bandas criminales en el Valle de Aburrá, hizo que estas se expandieran a Barbosa, Copacabana y Girardota.

Durante más de una década se mantuvo la reorganización criminal dentro del área metropolitana, pero para el 2013 cada organización tomó sus armas y comenzaron a buscar algunos terrenos criminalmente inhóspitos para sembrar bandera.

El primero en hacerlo fue Pachelly en el 2010, cuando llegó a Guarne y La Ceja a manejar algunas plazas de vicio. Los Chatas, de la mano con el Clan del Golfo, decidió meterse a la zona lechera a partir del 2013.

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Pero quien comenzó con una expansión más agresiva fueron los hombres de alias El Montañero, cuando primero con apoyo de las disidencias de las Farc llegó al Norte y Nordeste en el 2017, pero su ambición lo hizo incursionar por sus propios medios en el 2020, entrando por Rionegro, La Ceja y El Carmen de Viboral.

Esta incursión violenta de El Mesa trajo consigo un incremento inesperado en los homicidios, ya que Rionegro en 2021 contabilizaba 18 asesinatos, una de las cifras más bajas de su historia reciente, pero para 2022 totalizó 35 y para 2023 subió a 38. Para este año, la tendencia está lejos de bajar y, al 18 de septiembre, se contabilizaban 26 casos.

El panorama en El Carmen de Viboral tampoco es muy diferente, ya que en 2022 contó 13 asesinatos y para el año siguiente llegó a los 25. Este año se ha registrado una marcada calma, ya que el total de asesinatos es de nueve. La Ceja es el que menos ha sentido los estragos, sumando seis casos en 2022, ocho en 2023 y este año registra cuatro.

“La estrategia de llegar al Oriente antioqueño es buscar algunos territorios muy cercanos a la autopista Medellín-Bogotá por la importancia de esta vía para manejar todos sus negocios y por eso son claves estos tres municipios”, explicó un académico experto en el conflicto armado local y nacional que prefirió mantener la reserva de su identidad.

Destacaron que, por ejemplo, en El Carmen de Viboral hay un sitio estratégico como la vereda La Chapa, que está ubicada a 15 minutos del parque principal y que tiene varios cristalizaderos de droga y que además tienen conexión con los municipios de Cocorná y San Francisco y con la Medellín-Bogotá.

Así mismo reiteraron los expertos que municipios como Cisneros y Santo Domingo, así como Puerto Berrío, resultan atractivos para los delincuentes por su cercanía con la vía que enlaza con la Ruta del Sol, pues la proximidad con vías articulantes con otros municipios se vuelve un factor clave para la expansión.

A todo esto se suman las rentas que pueden dejar tanto los productos ilícitos (microtráfico de drogas) como los lícitos que pueden explotar estas organizaciones como los minerales, los cultivos y la madera.

Los grupos armados todos los días están en función de crecer y ampliarse y tener nuevas fuentes de financiación y encontraron que el oro atrae, el coltán atrae, los cultivos de uso ilícito atraen, los megaproyectos atraen, todo atrae. Todo está en la retina de la estructura armada”, explicó Luis Fernando Quijano, representante de la Corporación para la Paz y el Desarrollo (Corpades).

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La colonización realizada por el grupo Los Triana, en la mayoría de los municipios a los que llegó, no se logró mediante el uso de armas de fuego, sino fortaleciendo a las estructuras criminales locales que ya manejaban algunas rentas, pero que no contaban con la capacidad para afrontar el conflicto con grupos de mayor poderío armado y económico, según los informes de inteligencia de estos casos.

Contrario ha sido el proceso de El Mesa, que su principal interés es el de ubicarse en las zonas, si le toca, desbancando a las viejas estructuras, lo que se le facilitó en algunos municipios, pero se le complicó en otros, teniendo en cuenta que allí ya se encontraban grupos fuertes y algunos Grupos Armados Organizados (GAO) como Clan del Golfo y Clan Oriente.

Esta situación le ha costado varias disputas a sangre y fuego como las registradas en Yarumal con Clan del Golfo o las más violentas como las registradas a comienzos de este año, donde, sin importar la cantidad de actores armados, intentaron incursionar en Amalfi, llegando a fracasar en su misión en este último territorio debido a la fortaleza de los mismos.

Los primeros seis homicidios que se contabilizaron este año en este municipio del Nordeste antioqueño estarían vinculados con miembros de El Mesa en este territorio, pero que ante los ataques, principalmente, del Clan del Golfo y de Libertadores del Nordeste, tuvieron que abandonar sus planes colonizadores y devolverse para Bello, su municipio de origen, con las manos vacías y algunas bajas de sus unidades.

Otros que corrieron con poca fortuna a la hora de captar un territorio fueron Los Triana, cuando en el segundo semestre de 2012 intentaron entrar en Amagá y se encontraron con la banda local El Hueco, liderada en aquel momento por alias Chepe.

Como parte de su estrategia, la estructura de Elkin Triana intentó una alianza para que su ingreso se hiciera por las buenas, pero problemas en la negociación llevó a que se presentara una disputa que cobró la vida de tres personas en un par de semanas, todas ellas en Medellín. Esta situación frustró los planes de la banda delincuencial proveniente del área metropolitana.

“Hay ocasiones en los que estas bandas absorben a las otras o las exterminan, según el caso. También consiguen que les vendan la franquicia, es decir, que puedan usar el derecho de nombre para incrementar su poderío. Cuando las bandas locales usan los nombres de las más grandes sin autorización, estas terminan por tomar acciones violentas”, explicó otro experto en seguridad.

Como si se tratara de la colonización imperialista o de gran escala, las bandas criminales del área metropolitana no se han guardado esfuerzos para llegar a otras regiones del país para manejar la venta de drogas, las extorsiones y los pagadiarios.

Por ejemplo, El Mesa actualmente también tiene presencia en Bogotá, Soacha (Cundinamarca), Tunja (Boyacá) y Florencia (Caquetá), en una estrategia expansionista que viene desde comienzos de siglo, teniendo en cuenta que el 3 de noviembre de 2003 capturaron en el barrio Las Flores, de Bogotá, a El Montañero, al estar implicado en el hurto de un carro de valores que transportaba $1.000 millones.

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La Oficina también tiene presencia en algunas localidades de Bogotá en el manejo de las rentas criminales a menor escala. Al ver el éxito de estas organizaciones, Los Chatas intentaron buscar meterse en algunos municipios del departamento de Nariño, pero su misión fracasó por la pronta respuesta de los grupos guerrilleros que controlan esta parte del sur del país.

En medio de la oleada de violencia que ha traído este proceso de colonización criminal, las autoridades intensifican sus operativos para evitar que en el afán de estos grupos de tomarse todo el departamento aumenten los casos de sangre.

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