Un grupo de científicos de la Universidad de Edimburgo ha conseguido transformar residuos plásticos en paracetamol (o acetaminofén) mediante una técnica que combina procesos químicos y biológicos. Aunque la investigación se encuentra en etapa inicial, representa una posible alternativa más sostenible para fabricar este medicamento de uso masivo.
El procedimiento, descrito en la revista Nature Chemistry, comenzó con la utilización de restos de plástico PET, comúnmente presente en botellas, los cuales fueron procesados para generar una sustancia que sirviera de base para una reacción biológica. A partir de ahí, una cepa de bacterias Escherichia coli modificadas genéticamente logró sintetizar una molécula intermedia conocida como PABA. Con ajustes adicionales, las bacterias fueron capaces de convertir esa molécula en paracetamol.
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Esta forma de producción contrasta con los métodos industriales tradicionales, que dependen de derivados del petróleo y suelen implicar procesos contaminantes. La investigación, apoyada por la farmacéutica AstraZeneca, abre la puerta a formas de producción farmacéutica más limpias, aunque su aplicación práctica aún enfrenta varios obstáculos.
Expertos que revisaron el estudio señalaron que, si bien el avance es significativo, la cantidad de PABA obtenida es todavía baja, lo que limitaría su uso a escala industrial. Por ahora, el hallazgo se considera una demostración experimental más que una solución lista para implementarse.
Desde organizaciones ambientalistas, el descubrimiento fue recibido con cautela. Melissa Valliant, de la ONG Beyond Plastic, manifestó escepticismo frente al potencial impacto del hallazgo, según informó el medio Swissinfo: “Este tipo de anuncios son frecuentes, pero rara vez superan las barreras de la aplicación real frente al volumen de residuos plásticos que enfrentamos globalmente”.
A pesar de las dudas, el estudio refuerza el interés de la comunidad científica en explorar soluciones híbridas que mezclen biotecnología y química como estrategias de reciclaje avanzado. El desafío, coinciden los investigadores, está en optimizar el proceso para que sea viable más allá del laboratorio.
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