Las distintas disidencias de la extinta guerrilla de las FARC han demostrado una alarmante capacidad de fuego que desafía al Estado colombiano. Dos facciones enfrentadas entre sí perpetraron atentados casi simultáneos la semana pasada. Mientras que las estructuras lideradas por Iván Mordisco atentaron contra una base militar en la ciudad de Cali con cilindros bomba, las encabezadas por su rival Calarcá Córdoba asesinaron a 13 policías al derribar un helicóptero antinarcóticos en Amalfi, en el departamento de Antioquia. Ese ha sido el peor golpe contra la Fuerza Pública en el periodo de Gustavo Petro. Y provino de uno de los pocos señores de la guerra que sigue sentado en una mesa de negociaciones con el Gobierno en el marco de la paz total.
